Los problemas de la desnutrición y la anemia endémicas comienzan en el embarazo de las mujeres pobres y, en especial, de las adolescentes que están en etapa de requerir ingestas adicionales de nutrientes para alimentar sus propias necesidades aumentadas.
Las consecuencias de la mala nutrición antes del parto y durante la primera infancia marcarán a los individuos a lo largo de sus vidas en su estatura y masa corporal, rendimiento escolar, vulnerabilidad a las enfermedades, bajos ingresos laborales, propensión al embarazo adolescente y criminalidad.
El ICBF no alcanza para atender el cuidado y la educación de los padres en las etapas del embarazo, parto y postparto. Sin embargo, es en esta etapa del desarrollo de los individuos que son mayores el impacto y la rentabilidad social de las intervenciones públicas que las que vienen después en los primeros años de vida, escolaridad temprana y media. Acá se pueden contrarrestar las dietas pobres en hierro que terminan en anemias crónicas, en fósforo que permite un mejor desarrollo cerebral y una suficiente ingesta de proteínas, carbohidratos y vitaminas que vienen en las verduras y frutas y que aumentan la absorción, por parte del organismo, de los nutrientes que requiere.
Otro programa que puede ayudar a reducir la exposición al hambre y la desnutrición es el de Familias en Acción, que alcanza una cobertura de 3 millones de hogares pero que ha sido utilizado como herramienta política por el anterior gobierno. En las pasadas elecciones alarmaban a sus beneficiarios de que había que votar por Santos pues los otros candidatos querían liquidar los programas sociales y cerrar el ICBF.